
Furious es tu primer cómic de superhéroes. ¿Es el género como te lo imaginabas desde fuera, como lector? ¿Qué te ha sorprendido más de la experiencia?
Me ha sorprendido, sí. Había hecho alguna cosita con elementos superhéroicos, pero nunca uno puro y duro, y encima para el mercado americano, que obviamente es la casa de los superhéroes. Yo ya sabía que me iba a resultar más complicado, porque siempre lo he definido como un género muy difícil de dibujar. Es muy fácil decir que si el cómic americano, los superhéroes, que no son nada atrevidos, es como el género del imperio maligno, de Marvel y DC, pero es muy difícil dibujar superhéroes, jugar con los encuadres, la velocidad… Y de hecho, a día de hoy lo es más. Yo me intento esforzar en aportar algo en la visualización de los poderes, en cómo vuelan o en cómo se mueven, algo que el cine ahora no pueda hacer. Los superhéroes eran los reyes en el cómic porque en las películas modernas no se había visualizado bien cómo funcionan, pero es que las películas de ahora son una pasada, mira Los Vengadores, incluso pelis que a lo mejor no me gustan como la de Superman, pero que visualmente son supercreíbles. ¿Cómo afronto yo ahora un cómic de superhéroes en la era post-películas de suphéroes de ese calibre? Ya era el rollo de yo, rompiéndome la cabeza sobre cómo transmitir la velocidad o la fuerza utilizando solamente la narrativa y mi dibujo. Yo creo que es la dificultad más importante que he tenido, que tengo yo y que creo que tiene cualquier dibujante que afronte a día de hoy un cómic de superhéroes.